A propósito del sentido de la educación
Podría decirse que la pandemia es una dura realidad que se ha encargado de agudizar los nuevos comportamientos que el sujeto asume en una comunidad, de igual modo que esta se encuentra en una relación muy estrecha con las implicaciones de la educación en una sociedad globalizada que evidencia una fuerte carga axiológica; sin embargo, bajo la percepción histórica es innegable que desde la misma dinámica de la modernidad no es posible escapar a grandes procesos de cambio en el individuo: La disrupción de la mujer en los diversos ámbitos de la sociedad, las dimensiones éticas tanto de la persona como de los hechos o fenómenos, la de la publicidad y el consumo, entre otros, que nos permiten dar cuenta de cambios tangibles en la sociedad. Es decir, para dar cuenta de los cambios de una comunidad, uno de los caminos, no es exclusivamente la mirada inmediatista que nos asalta la observación de un hecho o fenómeno, sino la posibilidad de ver la estructura del hecho entre aquello que lo precede, su desarrollo y su posible proyección. Bajo la consideración de los enormes cambios por donde transita la sociedad, es oportuno preguntarnos, ¿Qué importancia tiene la educación para ese conjunto de estudiantes que cotidianamente interactúa con un conocimiento? Si bien desde los griegos clásicos se definió la importancia de la educación, no menos cierto que hoy cobra un papel crucial y, ello se debe a la movilidad o los cambios constantes por donde transitamos y ello nos conduce a hacerle frente a nuevos retos o si se quiere a nuevos procesos adaptativos que ha de trascender la respuesta individualista, pues los nuevos imperativos son de una consideración compleja. La pandemia es uno de esos nuevos imperativos que, si bien operativamente su mitigación depende de una estructura geográfica y de gestión política, no menos cierto es que nos afecta a todos. De allí que no es gratuito el desafío a los cambios permanente en el orden ambiental, demográfico, alimenticio, emocional, entre otros, que nos conducen imperativamente a preguntarnos, ¿Cómo vamos a darle solución a estos cruciales problemas? Es aquí sin duda alguna, donde la educación cobra su real sentido. Si bien ha dejado una capacidad en torno a leer, escribir y desarrollar las operaciones básicas de las matemáticas como insumos claves para una vinculación laboral, hoy estas concepciones no son suficientes, pues el mundo necesita de nuevas habilidades y estas se traducen en procesos de innovación, en resultados de la misma inteligencia humana, es ella la que ha de conducirnos la resolución de múltiples problemas. Es decir, la facultad de la inteligencia nos ha de posibilitar diversas soluciones y para ello, hemos de acudir a la ciencia, a sus modelos, a sus técnicas, pero con conciencia. Ahora bien, ¿de donde procede esa inteligencia humana?, pues, en síntesis, podemos afirmar que de la misma educación. En tiempos de incertidumbre como el que nos azota hoy día, la educación es el camino para vincular corresponsabilidad, investigación, inteligencia, universidad, laboratorios, entre otros. La educación está llamada a trascender la heteronomía cognitiva individualista, a interpelar los mitos que ya recorren el sistema educativo con los esquemas de los metadatos, es oportuno considerar ante todo a la persona humana para posibilitar una mejor calidad de vida.
Reinaldo Rico Ballesteros.
Líder de Apropiación Social del Conocimiento. Universidad de la Costa.
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