De las Virtudes CĂ­vicas.

En el ámbito de la formación para la ciudadanía a más de una disposición en la estructura curricular, es clave poner en contexto las virtudes cívicas, tal  como lo señala Puig, j (2005)

Formar ciudadanos requiere más que una asignatura. Si colocamos esta materia en el curriculum, proporcionará información sobre los principios, valores y formas de proceder de las sociedades democráticas; contribuirá a detectar las situaciones en que estos valores se vulneran; y motivará la participación de todos para restaurarlos y sostenerlos. Buenas aportaciones de una asignatura a la formación de ciudadanos. Buenas pero insuficientes, hay facetas que no se pueden alcanzar con una asignatura; y buenas pero no exclusivas, desde otros momentos escolares también se realizan contribuciones semejantes.

La dimensión  ciudadana   se constituye en una gran empresa de reconceptualizaciones.  El mismo concepto alcanza desproporciones durante todo su recorrido histórico, sin embargo ello no es determinante para plantear otros quehaceres desde la dinámica: Ciudad, Ciudadanía y Democracia. Los evidentes cambios que está sufriendo la sociedad en cada una de sus instituciones, están haciendo posible el surgimiento categorial del ciudadano y con este la sociedad civil. Componentes estos aun en construcción. Históricamente han variado a partir de su contenido y contexto geo cultural; por lo que dichos constructos cada día adquieren una mayor complejidad desde la  relación inclusión-exclusión. Marshall (1998), nos recuerda sus tres dimensiones clásicas al hablar de los contenidos de ciudadanía y sus tipos de derecho: Civiles, políticos y sociales, destacando que dicha tríada tiene puntos en común, llámese igualdad de derechos, obligaciones, pertenencia a la comunidad política. Sin embargo las diversas concepciones de ciudadanía: liberal, libertaria, republicana etc, no corresponden a un proceso lineal en el tiempo, como tampoco a un norte como referente, de allí   que seamos partidarios de una ciudadanía en permanente construcción cultural, donde la escuela como institución clave de comunidad y sociedad también entren pedagógicamente a ganar un espacio en su construcción. Desde este supuesto se estructura teóricamente  una institución educativa potencialmente transformadora para la esfera de lo público, es decir puede permitir hablar a la ciudadanía, máxime sí desde las Instituciones Educativas,  la exclusión cuenta no como coapción sino,  como dimensión que desde abajo busca su reconocimiento a partir de la exigencia de sus derechos ante grupos  históricamente hegemónicos.

 Las Ciencias Humanas, se constituyen en referentes didácticos y epistemológicos para lograr acercar a ese grupo humano al derecho de sus derechos, es decir, la reflexión del ser, de la comunidad, del movimiento social o grupo, debe tender a generar consecuencias significativas para el ejercicio democrático: Consensos, disensos, escepticismo etc. En este ámbito, el accionar de su política no queda en exclusividad de un recinto sagrado, sino que esta trasciende a su vida cotidiana, al otro y con los otros.

Dada la dinámica de las transformaciones inherentes en la trama social, aparece un fenómeno que para algunos no es nada nuevo, pero sí en un momento en donde cobra su real vigencia por romper con la dimensión tradicional y natural de la democracia y la comunidad: La Globalización. De allí entonces, las implicaciones para ese contrato por el poder político, su legitimación, su espacio, etc, es decir los fantasmas que trae los tiempos sobre la definición de ciudadanía, saltan a la aprehensión de nuevos actores sociales.

Autor: Reinaldo Rico Ballesteros. LĂ­der ApropiaciĂłn Social del Conocimiento. Universidad de la Costa. CUC.

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