Desarrollo a Escala Humana y Auto-dependencia

Jader Igirio Tesillo

Profesor Universidad de la Costa

Para Erick Fromm (2008) “una persona que se considera libre es aquella que se posee a sí misma y determina las líneas de su propia existencia, no ya bajo la presión externa o interna, sino sobre la base de opciones personales y meditadas. Obrar libremente es obrar sabiendo lo que se hace y por qué se hace, es dar un sentido a la vida y asumir personalmente ese sentido” (p.168). Aunque este concepto no sea explicito en los escritos de Manfred Max-Neef, es posible asumir que este es el ideal antropológico de su teoría del Desarrollo a escala humana: formar hombres libres, capaces de hacer opciones que incluyan todas sus dimensiones personales, hombres que se relacionen consigo mismo, con los demás y con la naturaleza.

Solo un hombre libre es capaz de satisfacer todas sus necesidades, pero no hablamos de un hombre aislado, sino de uno que concibe la autodependencia en función de una interdependencia horizontal, un hombre que establece relaciones interpersonales sanas, sin relaciones autoritarias ni condicionamientos unidireccionales. Una interdependencia así es capaz de combinar los objetivos de crecimiento económicos con los de justicia social, desarrollo personal y libertad. Del mismo modo, la combinación armónica de tales objetivos es capaz de potenciar la satisfacción individual y social de las distintas necesidades humanas fundamentales (Max-Neef, 1993).

Esta articulación armónica desarrolla seres humanos sanos o normales, esto es, seres humanos que satisfacen sus necesidades. Desde el enfoque de Fromm (2008) son aquellos que pueden participar en la función de reproducción de la sociedad misma:

El término normal o sano puede definirse de dos maneras. En primer lugar, desde la perspectiva de una sociedad en funcionamiento, una persona será llamada normal o sana si es capaz de cumplir con el papel social que le toca desempeñar dentro de la sociedad dada. Más concretamente, ello significa que dicha persona puede trabajar según las pautas requeridas por la sociedad a que pertenece y que, además, es capaz de participar en la función de reproducción de la sociedad misma, es decir, está en condiciones de fundar una familia. En segundo lugar, desde la perspectiva del individuo, consideramos sana o normal a la persona que está en grado óptimo de expansión y felicidad individuales. (p. 168)

Es de esta manera como entiende Max-Neef (1993) la autodependencia. Como un proceso que fomenta la participación en las decisiones, la creatividad social, la autonomía política, la justa distribución de la riqueza y la tolerancia frente a la diversidad de identidades. Es un elemento decisivo en la articulación de los seres humanos con la naturaleza y la tecnología, de lo personal con lo social, de lo micro con lo macro, de la autonomía con la planificación y de la sociedad civil con el estado.

En cuanto a la articulación de lo personal con lo social entendemos que no puede haber un divorcio entre el desarrollo personal y el desarrollo social. Para lograr el ideal de persona sana del desarrollo a escala humana, es fundamental una sociedad sana, porque una sociedad sin patologías debe plantearse, como objetivo ineludible, el desarrollo conjunto de todas las personas y de toda la persona. Esta articulación de la dimensión personal del desarrollo con su dimensión social puede lograrse a partir de niveles crecientes de autodependencia. En el ámbito personal, estimula la identidad propia, la capacidad creativa, la autoconfianza y la demanda de mayores espacios de libertad. En el plano social, refuerza la capacidad para subsistir, la protección frente a las variables exógenas, la identidad cultural endógena y la conquista de mayores espacios de libertad colectiva. (Max-Neef, 1993).

Referencias

Fromm, E. 2008. Miedo a la libertad. México: Fondo de cultura económica.

Max-Neef, M. 1993. Desarrollo a escala humana, Conceptos, aplicaciones y algunas reflexiones. Barcelona: Icaria.

 

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