Desde una posible configuraciĆ³n curricular Disruptiva en las Ciencias Sociales
Para finales del siglo pasado, los paĆses latinoamericanos se han dado a la tarea de replantear el quehacer de la educaciĆ³n cĆvica para posteriormente generar un proceso de formaciĆ³n ciudadana a efectos de posibilitar toda una cultura democrĆ”tica y por ende polĆtica. Por ello no es gratuito que para Colombia, durante la dĆ©cada de los aƱosĀ 40, se van gestando en el campo educativo algunos aires de renovaciĆ³n de los mĆ©todos y temĆ”ticas del estudio y enseƱanza de las Ciencias Sociales. SerĆan los aƱos 70 el perĆodo en el cual la ciencias sociales son replanteadas en la escuela; la enseƱanza de las ciencias sociales se convirtieron en el mejor trampolĆn de adoctrinamiento ideolĆ³gico.
Con el decreto 1.002, se reconoce la importancia de los estudios de las Ciencias Sociales, aunque en esta ocasiĆ³n, surgen nuevos fundamentos y enfoques que posibilitan la integralidad de la Historia y la GeografĆa y la pĆ©rdida o disminuciĆ³n de la Ćŗltima a favor de los contenidos de la historia.Ā Los propĆ³sitos que se fijaron para el Ć”rea seƱalaban que esta debĆa formar hombres crĆticos, para que a partir del conocimiento de la realidad nacional e internacional, estuvieran dispuestos a participar en forma consciente en la vida social del paĆs, para lo cual se introduce el mĆ©todo de la escuela activa.
La ConstituciĆ³n del 91 fruto de disensos y consensos contiene en sĆ el nuevo hombre o ciudadano que nuestro paĆs necesita: tolerante, justo, participativo, investigativo, respetuoso del ambiente y de los derechos humanos y constructor de paz y de una democracia incluyente.
Desde el articulado 11 hasta el 41 recogidos con la denominaciĆ³n de los derechos fundamentales: Civiles y PolĆticos,Ā se logra expresar el caudal de riqueza en materia de derechos humanos, libertad de conciencia, libertad de expresar y difundir su pensamiento, presentar peticiones respetuosas ante las autoridades, libertad de aprendizaje, investigaciĆ³n, participaciĆ³n en la conformaciĆ³n yĀ el ejercicioĀ del control del poder pĆŗblico, obligatoriedad en el estudio de la constituciĆ³n y el fomento de prĆ”cticas democrĆ”ticas, artĆculos 18, 20, 23, 27, 40, y 41.
Es de anotar lo plasmadoĀ en el artĆculo 67 de la constituciĆ³n nacional de 1991. El Ćtem 9 seƱala lo siguiente:Ā āEl desarrollar la capacidad crĆtica, reflexiva y analĆtica que fortalezca el avance cientĆfico y tecnolĆ³gico nacional, orientado con prioridad al mejoramiento cultural y de la calidad de vida de la poblaciĆ³n, a la participaciĆ³n en la bĆŗsqueda de alternativas de soluciĆ³n a los problemas y al progreso social y econĆ³mico del paĆs; La formaciĆ³n en el respeto a la vida y a los demĆ”s derechos humanos, a la paz, a los principios democrĆ”ticos de convivencia, pluralismo; justicia y equidad, asĆ como el ejercicio de la tolerancia y de la libertadā.Ā Ā Ver tambiĆ©n Ćtem 2, 3 y 6.Ā Ā
En concordancia con las reformas educativas, surge en el paĆs laĀ ley 115 o general de educaciĆ³n de 1994, y con ella, una enorme tensiĆ³n entre la estructura curricular nacional, pues se requiere de un proceso de formaciĆ³n que atienda a los objetivos de la carta magna, pero tambiĆ©n la necesidad de organizar y seleccionar los Ć”mbitos con los cuales se ha de interactuar para la formaciĆ³n de ese ciudadano; de igual modo, el reto en torno a la formaciĆ³n de los profesionales en ejercicios. No suficiente con esa tensiĆ³n, emerge el problema de la interdisciplinariedad, donde se buscaba un nĆŗcleo central el cual debĆa tributar como colectivo y fruto de formaciĆ³n ciudadana, el hombre, y por ende, al ciudadano expresado en la carta constitucional.Ā
Tan compleja situaciĆ³n ha de considerar que curricularmenteĀ los presupuestos de contenidos deben estar articulados al contexto social; si bien con mĆnimos comunes en el plano internacional; la situaciĆ³n real del paĆs es Ćŗnico y pertinente; le compete entoncesĀ a la universidad afinar la formaciĆ³n profesional, pero la misma se moviliza en la dinĆ”mica propia del mercado, de la oferta y la demanda, en donde las ciencias sociales y las humanidades, salen marginadas; Sin embargo, al decir de XesĆŗs R. J( 2005)
Educar desde y para la ciudadanĆa es una necesidad difĆcilmente cuestionable, tanto desde consideraciones Ć©ticas, sociales y polĆticas, como especĆficamente educativas. Entre estas Ćŗltimas, no podemos obviar las dificultades que se estĆ”n produciendo en los centros educativos en cuanto a su organizaciĆ³n democrĆ”tica, en los que el claro retroceso de la participaciĆ³n se revela como uno de sus indicadores mĆ”s elocuentes y preocupantes, ni los dĆ©ficit de formaciĆ³n en derechos humanos que han detectado diferentes estudios, tanto en el profesorado como en el alumnado de Secundaria y universitario.
Por ello no es gratuito que cuando de abordar el fenĆ³meno de formaciĆ³n ciudadana, se genere una aproximaciĆ³n al currĆculo con sentido crĆtico, al decir de Portela (2012):
Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā Ā El enfoque sociocrĆtico propone un currĆculo contextualizado y deliberado en las comunidades educativas, con principios y acciones para emancipar; se instaura en la pedagogĆa crĆtica a partir de un docente como intelectual crĆtico, transformador, traductor del aula en escenario de discusiĆ³n, anĆ”lisis y propuesta; su didĆ”ctica crĆtica, problematiza y estimula pensamiento divergente. (pp 90)
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Autor: Reinaldo Rico Ballesteros. LĆder ApropiaciĆ³n Social del Conocimiento. Universidad de la Cista. CUC.