La rivalidad mimética según la Teoría de René Girard
Jader Igirio Tesillo
Profesor Universidad de la Costa
Girard propone que la dinámica de la rivalidad mimética tiene sus raíces en un objeto disputado. Desde su perspectiva, el deseo elige sus objetos gracias a la mediación de un modelo, produciéndose así la imitación. Según el orden que plantea Girard (2006), “existe inicialmente el objeto, según parece, luego los deseos que convergen independientemente sobre este objeto, y finalmente la violencia, consecuencia fortuita y accidental de dicha convergencia” (p.151). De esta manera el deseo se da en la tensión estructural ausencia-presencia, porque orienta la mirada nostálgica de un sujeto hacia las posesiones del otro, descubriendo que aquello que pertenece a él no hace parte de su inventario personal.
Esta tensión la explica Jean François Lyotard (1989) cuando propone que lo esencial del deseo estriba en la estructura que combina la presencia y la ausencia. La combinación no es accidental, existe el deseo en la medida que lo presente está ausente a sí mismo, o lo ausente presente. De hecho el deseo está provocado, establecido por la ausencia de la presencia, o a la inversa; algo que está ahí no está y quiere estar, quiere coincidir consigo mismo, realizarse, y el deseo no es más que esta fuerza que mantiene juntas, sin confundirlas, la presencia y la ausencia.
El deseo, con su característica de presencia-ausencia, genera la imitación de un ademán de apropiación, porque el sujeto deseante no soporta la ausencia del objeto ajeno, esto significa sencillamente que dos manos se tienden simultáneamente para tomar el mismo objeto cuando la realidad objetiva se ha internalizado y los sujetos descubren que viven en el mismo mundo. De esta forma es inexorable el conflicto en estos dos individuos (Girard, 2006). Ahora bien, el modelo puede convertirse en obstáculo para obtener el mismo objeto, y cuando surge esta rivalidad mimética los contendientes se olvidan del objeto disputado y se violentan entre ellos.
El objeto disputado solo es el inicio de la rivalidad, porque el deseo está orientado al otro y produce un tipo de violencia por imitar lo deseado por los demás. Girard (2006) observa que “la intensificación de la rivalidad produce un desplazamiento de la atención mimética, que pasa de los objetos disputados a los rivales mismos” (p. 205). La rivalidad no es consecuencia de una convergencia accidental de los dos deseos sobre el mismo objeto. El sujeto desea el objeto porque el propio rival lo desea, no porque el objeto sea indispensable para satisfacer una necesidad, sino porque el sujeto deseante añora ser como el modelo del deseo, por eso al desear tal o cual objeto, el sujeto designa al rival como deseable. El rival es el modelo del sujeto, no tanto en el plano superficial de las maneras de ser, de las ideas, etc, como en el plano más esencial del deseo.
Referencias
Girard, R. (2006). La violencia y lo sagrado. Barcelona: Editorial Gedisa.
Lyotard, J. (1989). ¿Por qué filosofar?. Barcelona: Editorial Gedisa.