Las formas de intervención en la Ciudadanía

La sociedad postmoderna hace suya la categoría analítica a través de la cual, lo más seguro que existe hoy día es la incertidumbre, con ello nos da a entender el abandono de lo absoluto que se predicaba en el pasado, para dar paso a la reconstrucción de lo novedoso.

Una de esas manifestaciones en reconstrucción sin duda alguna tiene que ver con los cambios políticos, el plano cultural; al igual que el proceso social como tal; pues las relaciones entre los actores y el Estado ha cambiado, su participación y representación así lo demandan; por ello hablamos de una ciudadanía política, cultural y social. Es decir, existe una necesidad de ser y hacer política en el ámbito de lo público.

Recordemos los procesos por donde transita la política en Colombia durante los últimos veinte años, si bien se han generado situaciones de aguda crisis,  donde la población civil ha colocado la mayor cantidad de víctimas, también ha logrado movilizar otros sectores de la población en búsqueda de nuevas salidas diferentes a la tierra de arrasada. Sin embargo, en diversas áreas geográficas de nuestro país y más exactamente ciudades como Barranquilla, parecería que, en el imaginario colectivo de su población, el hecho de los conflictos tanto políticos como escolares, se quedaron en el olvido; a pesar de existir todo un conjunto de lineamientos tendientes a generar memoria histórica sobre estos atroces hechos.

 

Irrupción de los movimientos, partidos y la cosa pública.

Los acuerdos para lograr la legitimidad y gobernabilidad ha generado un Estado al servicio de los sectores tradicionales en el monopolio del poder, marginando con ello los grandes lineamientos que se ofrecen como opciones del cambio para quien ejerció el derecho a sufragar. Prima la política como un bien de uso mercantil, las alianzas entre antiguos contrincantes partidistas, los movimientos son absorbidos para obtener cabida entre sus miembros y hacer parte de la burocracia que regenta el poder.  En los procesos de organización y dirección se plantea la privatización de lo público, la discrepancia se anula con cargos en las diversas carteras, los procesos de corrupción no son tratados como acciones de partido o movimiento, se asume desde casos particulares; la concepción de identificación y lealtad se van perdiendo, la imagen prima y los metarrelatos desaparecen, las propuestas sin fondo son sustituidas por una galería de imágenes donde emerge un icono representativo de un determinado escrúpulo político.  Serán estos cambios entre otros, los que cuestionen las prácticas educativas y sobre todo la construcción de una ciudadanía global; pues resulta  paradójico que mientras emergen construcciones teóricas donde identifican las bondades de las humanidades y el pensamiento crítico para una mejor comprensión de la realidad, la evidencia nos muestra la incoherencia del sistema de formación; observemos críticamente el caso de las artes, de esa capacidad epistémica para despertar los sentimientos, con ello  la vida tanto de los actores como la misma dinámica estatal está cambiando y pareciera que el hecho se comprendiera como una lógica de resignación y aguante; cuando no se encuentran los argumentos para dar cuenta de la movilización y desplazamiento interno, la acumulación de riquezas, la incidencia e impacto de los nuevos códigos de comunicación, la masificación en la cultura del consumo y lo lastimoso es que la escuela se inspira más en  la norma que atender lo que el contexto inmediato le anuncia para acercar al sujeto a la construcción de una ciudadanía emancipada y no asistida.

 

Autor: Reinaldo Rico Ballesteros. Líder de Apropiación Social del Conocimiento. Universidad de la Costa CUC.

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