Vacuidad del hombre contemporáneo: Amarse a través del consumo.

Constantemente cambia el significado de valor, hace milenios era cuanta carne y pieles poseías, luego cuanto oro y plata, después era la tierra, luego un pedazo de papel (billete), y ahora son números virtuales que permanecen en aparatos electrónicos. Y es irónico como cada vez es menos físico, menos real; pero con esa misma importancia, esa valorización que define qué somos, y cuan importantes somos para la sociedad, porque sin dinero somos personajes secundarios, extras en la vida del rico. Porque si la sociedad me vende hasta la realidad que debo vivir, ¿sabré lo que es vivir? ¿sabré qué parte de mi vida no es mas que la ilusión impuesta por los modelos socioeconómicos que me rodean?

Tan solo puedo comprar un personaje, adquirir y adquirir hasta creerme importante, comprar y comprar hasta ganarme un lugar en la sociedad, no ser sino parte de la obra, parte de la ilusión; porque así me querrán, seré necesario, no me extingo en el sistema. Aunque no sepa lo que hago y dañe otras ilusiones (vidas), aunque tome todo lo humanamente posible -y hasta lo imposible ¿por qué no? – no solo objetos, sino saciar mis necesidades con el amor, la felicidad, y la tristeza de otro, porque ya me gané un puesto y tengo derecho ¿no? Pues se me ha enseñado que con mi personaje principal puedo tomar lo que no es mío (capitalismo). Porque ser contemporáneo es vivir vacío mientras me lleno y me vacío nuevamente, conseguir lo que se me ha dicho que debo tener y luego desvivirme para seguir con la ilusión, ya que si no lo hago no me voy amar porque nadie me va a amar.

Es una sociedad donde todos toman lo que pueden para reafirmar su inmortalidad deseada, porque perdurarán mis bienes, aunque yo no lo haga, mi ilusión será recordada a través de todo lo que consumí y lo que obtuve. “Todos los poderosos siguen el carro en procesión, el papa, clero, reyes y el pueblo en masa, quienes tratan de escalarlo dejándose aplastar o luchando hasta morir, unos logran fácilmente el heno, como la abadesa, mediante el engaño o como el curandero con los bolsillos llenos”. -Carro del Heno, Flandes.
 
Autores.
Carolina Beleño Bracho.  Estudiante primer semestre Comunicación y medios digitales CUC.
Reinaldo Rico Ballesteros. Docente de Análisis retrospectivo en Comunicación y medios digitales CUC.

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