Inteligencia artificial en el aula: ¿aliada o amenaza?

Hace poco, un estudiante de ingeniería industrial entregó una actividad que parecía impecable. Los gráficos, las explicaciones, la redacción: todo estaba en orden. Cuando la profesora le preguntó cómo lo había hecho, respondió sin rodeos: “Usé una herramienta de inteligencia artificial que me ayudó con el análisis”. La reacción inicial fue de incertidumbre, pero luego surgió una reflexión más profunda: ¿estamos preparados como docentes para acompañar estos nuevos procesos?

La inteligencia artificial (IA) ha llegado al aula universitaria, y no como una amenaza, sino como una realidad que ya está transformando las dinámicas de enseñanza- aprendizaje. Herramientas como ChatGPT, Grammarly, Notion AI o incluso asistentes de diseño como Canva y Figma están siendo utilizadas por estudiantes para resolver tareas, investigar, presentar ideas y organizar información. Lo que antes se lograba con horas de búsqueda, ahora puede obtenerse en segundos. Pero, ¿eso significa que el aprendizaje pierde valor?

La respuesta depende de cómo se gestione el uso de la IA. Si se integra de forma crítica, reflexiva y ética, la IA puede convertirse en una poderosa aliada para fortalecer competencias analíticas, de comunicación y pensamiento estratégico. Por ejemplo, puede ser útil para crear simulaciones, comparar resultados, sugerir alternativas o incluso proponer mejoras a un modelo de procesos. Sin embargo, si se utiliza solo como atajo para “entregar algo”, se convierte en una herramienta de dependencia que limita el desarrollo del criterio propio.

El reto no está en prohibir la IA, sino en enseñar a usarla bien. Para ello, los docentes también deben formarse, experimentar con las herramientas y rediseñar actividades que fomenten el pensamiento crítico. Las preguntas deben cambiar. En lugar de solicitar resúmenes o definiciones, se pueden plantear análisis de casos, elaboración de juicios argumentados, simulaciones prácticas o proyectos en equipo. Es decir, tareas que vayan más allá de lo que la IA puede hacer automáticamente.

En el contexto de la ingeniería industrial, la IA puede ser una gran aliada en cursos de análisis de datos, optimización, simulación, toma de decisiones y productividad. Herramientas como Power BI, Tableau o Python, complementadas con motores de inteligencia artificial, permiten analizar grandes volúmenes de datos y generar visualizaciones útiles para tomar decisiones en contextos reales. Si los estudiantes aprenden a usar estos recursos de forma responsable, estarán mejor preparados para enfrentar las exigencias del mercado laboral.

Desde la Universidad de la Costa, se han comenzado a explorar rutas de formación docente en el uso pedagógico de tecnologías emergentes. Iniciativas como laboratorios de innovación, espacios de co-creación docente y el acompañamiento desde La Casa del Docente permiten fortalecer las capacidades institucionales para una integración efectiva y ética de la IA en el proceso formativo.

Es importante también abrir espacios de conversación con los estudiantes. No se trata de sancionar el uso de IA, sino de educar sobre el valor del proceso de aprender. Una herramienta no reemplaza la experiencia de resolver un problema real, ni la discusión con un compañero, ni la búsqueda personal de sentido en lo aprendido. La IA puede proponer, pero solo el estudiante puede comprender, relacionar, cuestionar y decidir.

En definitiva, la inteligencia artificial no es una amenaza si la enfrentamos con apertura, pensamiento pedagógico y criterio ético. Como cualquier otra tecnología, su impacto dependerá del uso que se le dé. Y en el aula universitaria, ese uso debe estar siempre al servicio del aprendizaje.

Autora: Nileth Acuña Jiménez

Bibliografía

  • UNESCO. (2023). Inteligencia Artificial y Educación: Retos Éticos y Pedagógicos. https://unesdoc.unesco.org
  • Harvard Graduate School of Education. (2023). Teaching in the Age of AI. https://www.gse.harvard.edu
  • Observatorio de Innovación Educativa – Tecnológico de (2024).
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