La Psicología Positiva en la Educación: Impulsando el Bienestar y el Éxito de los Estudiantes

La psicología positiva se ha ido fortaleciendo en el campo de la educación, evidenciando que no es simplemente una moda transitoria, sino una transformación esencial en el modo en que encaramos la enseñanza. Las escuelas han hecho hincapié durante mucho tiempo en optimizar el desempeño académico de los alumnos; Sin embargo, ha llegado el momento de aceptar que el bienestar emocional de los estudiantes es igual de importante que su rendimiento a nivel académico. Si conseguimos que los alumnos se sientan bien consigo mismos y con su ambiente, estaremos facilitando su éxito tanto en el ámbito académico como personal.

La psicología positiva nos anima a observar lo mejor de cada individuo, no únicamente sus problemas o debilidades. Esto implica enfocarse, en el ámbito educativo, no únicamente en los aspectos que hay que mejorar de los alumnos, sino también en sus logros, sus capacidades y habilidades, así como en sus pasiones. La motivación de los alumnos para aprender aumenta cuando los profesores fomentan un entorno en el que se les valora por sus logros. Por ejemplo, en la experiencia personal, se observó que un alumno que nunca había sobresalido en matemáticas empezó a comprometerse más con la clase cuando se centró en sus éxitos pasados y no en sus fracasos.

Las emociones juegan un papel crucial en el proceso de aprendizaje. Se ha observado en el aula que cuando los estudiantes están motivados, emocionalmente equilibrados y tienen una autoestima alta, su involucramiento en el aprendizaje mejora considerablemente. La psicología positiva nos enseña que los estudiantes que experimentan emociones positivas, como el optimismo y la gratitud, son más capaces de concentrarse, resolver problemas y perseverar ante los desafíos. Esto no solo se trata de ser «felices», sino de estar mentalmente preparados para afrontar los retos académicos y personales. Y es que, al final, todos enfrentamos obstáculos, pero la forma en que los percibimos y enfrentamos marca la diferencia.

Uno de los pilares de la psicología positiva es la resiliencia, esa capacidad de adaptarse y crecer frente a las adversidades. En la educación, enseñar resiliencia significa ayudar a los estudiantes a ver los fracasos no como derrotas, sino como lecciones que nos hacen más fuertes. Recuerdo un caso en el que una estudiante, después de recibir una calificación baja en un examen, decidió no rendirse y, en lugar de deprimirse, se comprometió a estudiar más y mejorar. Su actitud cambió completamente cuando entendió que el error es parte del proceso de aprendizaje.

Para fomentar la resiliencia, es clave que los docentes creen un espacio donde los estudiantes no solo se concentren en los resultados, sino en el proceso. En la experiencia, hemos visto cómo estudiantes que han sido reconocidos por sus esfuerzos, no solo por sus logros, tienden a ser más perseverantes. Se sienten valorados y eso les da la motivación para seguir adelante, incluso cuando las cosas no salen como esperaban. Los errores se convierten en algo normal, en algo que forma parte de su crecimiento, y no en un motivo para sentirse derrotados.

En este proceso, los docentes desempeñan un papel crucial. No solo somos emisores de saberes, sino que también somos ejemplos de comportamiento. En nuestras aulas, los estudiantes aprenden mucho más que fórmulas matemáticas o fechas históricas. También aprenden a gestionar sus emociones, afrontar un reto con optimismo y encontrar soluciones cuando las cosas no van como esperaban. Como educadores, debemos ser conscientes de que nuestra actitud ante los problemas también influye en la de nuestros estudiantes.

La psicología positiva tiene un efecto directo en el rendimiento académico de los alumnos, además de cambiar positivamente su bienestar emocional, cuando se aplica correctamente en el aula. Si los estudiantes se sienten valorados, motivados y emocionalmente equilibrados, tienen mayores posibilidades de alcanzar su máximo potencial. Como docentes, es nuestra responsabilidad ayudar a nuestros estudiantes a encontrar ese equilibrio y a desarrollar la resiliencia necesaria para enfrentar cualquier desafío. El bienestar emocional no es un lujo, es una necesidad para que nuestros estudiantes prosperen, tanto dentro como fuera del aula.

Referencias

  • Seligman, M. E. P. (2011). La auténtica felicidad: Usar la psicología positiva para alcanzar una vida plena. Editorial Kairós.
  • Huppert, F. A., & Johnson, D. M. (2010). A controlled trial of mindfulness-based cognitive therapy for the prevention of depression relapse: An analysis of the effectiveness of positive psychological interventions. Psychological Science, 21(7), 943-950.
  • Lomas, T., Ivtzan, I., & Dickson, S. (2015). Well-being and mindfulness in education: A review of research. International Journal of Wellbeing, 5(4), 102-126.

Jannys Hernández Ureche

Arnold Francisco Díaz Jiménez

Profesores del Departamento de Humanidades – Universidad De La Costa, CUC.

Invitado

Mgtr. Sonnyer Martínez Moreno – Profesor Universidad De La Costa, CUC.

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