¿Cómo ser maestro? Una respuesta desde la Casa del Maestro-UNICOSTA

Alberto Linero Gómez

Profesor Universidad de la Costa

Creo que ser maestro se trata de una vocación, de un llamado que emerge desde las entrañas quemando todo nuestro ser y movilizándonos a vivir ese proceso de enseñanza-aprendizaje, aunque muchas veces la sociedad no lo valore. Sin embargo, el placer de enseñar nos realiza más allá de las circunstancias en las que lo hacemos, aunque siempre reclamemos que se entienda que requerimos las mejores condiciones para llevarlo a cabo.

No se puede ser maestro siempre de la misma forma, porque lo más inherente al ser humano es el cambio. Por eso, hoy me pregunto cómo ser maestro en este mundo volátil, incierto, complejo y ambiguo que se expresa en seres humanos que se experimentan más frágiles, ansiosos, incomprensibles y no lineales. Cuando encuentro respuestas, descubro que ellas me llevan a pensar en dos tipos de actitudes: unas personales y otras metodológicas.

En las personales se requiere una vocación apasionada que se exprese en el compromiso continuo y estricto de responder con todos los recursos existenciales a la labor de acompañar a los niños y jóvenes en su proceso de educación, que en ultimas no es otra cosa que la guía en la construcción de los cimientos de todo su proyecto existencial -tremendo reto-. Sí, el maestro goza la celebración de la vida humana que se da en el aula y que es la constatación del proceso evolutivo de cada hombre y mujer.

Por otro lado, están las actitudes metodológicas, que pasan por dejarse mover por la creación acción y la innovación. El acto educativo es siempre un acto creativo, y es que solo la creatividad puede alistar al ser humano para responder a los complejos retos que a diario se le presentan en los intensos cambios que amenazan con hacer obsoleto todo. Pero, es claro que para ello se requieren las estructuras que puedan generar modelos didácticos y ejercicios innovadores. La acción pedagógica tiene que ser esencialmente innovadora, los modelos pedagógicos tienen que ser siempre una manifestación de innovación que respondan al interés esencial de cada humano.

A este momento y a estas apuestas necesarias, busca responder la Casa del Maestro. Su misión es ser un centro de investigación que contribuye desde la producción de conocimiento científico al mejoramiento de la calidad de la educación, a través de procesos de investigación, desarrollo tecnológico e innovación interdisciplinaria, para proponer configurar soluciones sociales, pedagógicas y de gestión educativa que demanden los nuevos contextos sociales. Es un lugar antropológico en el que buscamos traducir las fuerzas creativas con formas innovadoras. Es un espacio propicio para que las nuevas ideas se conviertan en proyectos que permitan al docente responder con excelencia a su trabajo. Me emocionan este tipo de experiencias, porque catalizan los movimientos y procesos pedagógicos y tácticos para lograr que no sean obsoletos. Por momentos imagino a todos los docentes del Atlántico en este espacio generando y recepcionando esas investigaciones que les ayudarán a ser mejores en su oficio.

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