Construcción y uso del lenguaje visual como consumo cotidiano de la sociedad

En la era digital, el lenguaje visual ha cobrado una importancia sin precedentes en la vida diaria de las personas. Las imágenes, los videos y los símbolos han cambiado la manera en que nos comunicamos y consumimos información. Este cambio ha sido impulsado, en gran medida, por el auge de las redes sociales, los smartphones y las plataformas de streaming, que han facilitado la creación y el acceso a contenido visual. Como resultado, el lenguaje visual se ha entrelazado con el tejido social, convirtiéndose en un medio esencial para la transmisión de ideas, valores y emociones. Este segmento narrativo incorpora  la construcción y el uso del lenguaje visual en la sociedad actual, analizando su papel como un recurso cotidiano y las implicaciones que tiene para la cultura y la comunicación.

El lenguaje visual, que se define como un sistema de signos y símbolos que transmite significado a través de imágenes, ha sido siempre una herramienta poderosa para la comunicación humana. Sin embargo, con la llegada de las tecnologías digitales, su influencia ha crecido de manera exponencial. En su obra Visual Culture (2001), Nicholas Mirzoeff sostiene que la cultura contemporánea se ha vuelto predominantemente visual, con imágenes que no solo complementan, sino que a menudo reemplazan al texto escrito. Este fenómeno es especialmente evidente en las plataformas de redes sociales, como Instagram, TikTok y YouTube, donde las imágenes y videos son la principal forma de comunicación.

En este contexto, el lenguaje visual no solo sirve para comunicar información, sino que también da forma a percepciones, identidades y experiencias. Mirzoeff argumenta que la cultura visual no es simplemente un reflejo de la realidad, sino que está involucrada en su construcción. Un ejemplo evidente de esto es el uso de filtros en redes sociales, que cambian la apariencia de las personas y los lugares, creando una «realidad aumentada» que impacta la forma en que los usuarios ven el mundo.

El consumo de imágenes ha llegado a ser una parte fundamental de nuestra vida diaria en la era digital. Según el análisis de Guy Debord en La sociedad del espectáculo (1967), el espectáculo visual no solo actúa como entretenimiento, sino que también se convierte en un mecanismo de dominación cultural. Debord señala que la vida social se ha transformado en una serie de representaciones, donde la imagen se sitúa en el centro. En la actualidad, esta perspectiva sigue siendo válida, ya que las imágenes digitales dominan tanto el espacio público como el privado.

Las redes sociales y las plataformas de medios digitales han facilitado que las personas no solo consuman, sino que también creen y compartan imágenes de manera constante. Este intercambio visual se ha convertido en un medio de expresión personal y en una forma de construir identidades. John Berger, en su obra influyente Ways of Seeing (1972), señala que las imágenes son maneras de ver el mundo, pero también de ser vistos. En este contexto, la construcción del lenguaje visual está estrechamente relacionada con la autopercepción y con la forma en que queremos que los demás nos perciban. Los selfies, las fotos de vacaciones, los videos de «unboxing» y las transmisiones en vivo son ejemplos de cómo participamos en esta dinámica visual que define gran parte de la interacción social contemporánea.

El lenguaje visual se presenta como una herramienta sumamente poderosa en el ámbito del consumo. Las marcas han reconocido el potencial de las imágenes para despertar deseos y emociones en los consumidores. En su libro No Logo (2000), Naomi Klein explora cómo las empresas utilizan el lenguaje visual para forjar una identidad de marca que va más allá del simple producto. Los logotipos, las campañas publicitarias y las imágenes de los productos se convierten en símbolos repletos de significado cultural, que invitan a los consumidores a asociar ciertos valores y estilos de vida con la marca.

El uso generalizado del lenguaje visual en la sociedad actual tiene profundas implicaciones culturales y sociales. Por un lado, ha democratizado la creación de contenido, permitiendo que personas de todo el mundo compartan sus experiencias visuales. Esta globalización de la cultura visual ha llevado a una mayor diversidad de perspectivas, pero también ha suscitado preocupaciones sobre la homogenización cultural. Las imágenes virales y los memes tienden a propagar ciertos estereotipos y clichés que, aunque pueden parecer inofensivos, tienen el poder de influir en las creencias y actitudes de las personas.

Asimismo, el lenguaje visual presenta desafíos en cuanto a su interpretación y alfabetización. Stuart Hall, en su teoría sobre la codificación y decodificación de los medios (Encoding/Decoding, 1980), argumenta que las imágenes no tienen un significado fijo, sino que son interpretadas de manera diferente según el contexto cultural y social del espectador. Esta variabilidad en la interpretación puede resultar en malentendidos y manipulaciones, especialmente en un entorno digital donde las imágenes pueden ser fácilmente editadas y fuera de contexto.

Un aspecto a tener en cuenta es la efimeralidad del lenguaje visual en la era digital. Las imágenes se mueven rápidamente, pero también desaparecen con la misma velocidad. Esta inmediatez puede causar una sobrecarga visual, donde las personas se sienten bombardeadas por un flujo constante de estímulos visuales, lo que dificulta una reflexión profunda sobre los contenidos que consumen. Como señala Susan Sontag en Sobre la fotografía (1977), la proliferación de imágenes puede desensibilizar a los espectadores, llevándolos a acostumbrarse a ver el sufrimiento o la injusticia sin una respuesta activa.

El lenguaje visual se ha convertido en un elemento esencial del consumo diario en la sociedad actual. A través de las imágenes, las personas no solo se comunican, sino que también forman sus identidades y comprenden el entorno que les rodea. Sin embargo, este crecimiento del lenguaje visual también presenta desafíos éticos y culturales, especialmente en lo que respecta a la interpretación, la homogenización cultural y la sobrecarga sensorial. En última instancia, el poder del lenguaje visual radica en su capacidad para influir en la percepción y la experiencia humana, lo que hace que su estudio sea fundamental en la era digital.

Referencias

Berger, J. (1972). Ways of Seeing. Penguin Books.

Debord, G. (1967). La sociedad del espectáculo. Black & Red.

Mirzoeff, N. (2001). Visual Culture. Routledge.

Klein, N. (2000). No Logo: Taking Aim at the Brand Bullies. Picador.

Sontag, S. (1977). On Photography. Farrar, Straus and Giroux.

 

Ana Maria Miranda Tapias. Coordinadora de formación Integral, vinculada a la Institución Educativa Departamental  Rural de Cantagallar (Piñón- Magdalena)

Reinaldo Rico Ballesteros. Docente tiempo completo Universidad de la Costa. Adscrito al Departamento de Humanidades (Barranquilla). Docente Institución Educativa Oficial Ondas del Caribe. (Santa Marta) Adscrito al área de Ciencias Sociales (Historia, filosofía, economía y política)

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