Desafíos De La Productividad En La Región Caribe: Más Allá De Las Cifras

Las cifras de productividad a nivel nacional muestran una tendencia que, aunque esperada, sigue generando preocupación: las regiones con mayor dinamismo económico no siempre logran traducir ese movimiento en eficiencia sostenible. El Caribe colombiano es un claro ejemplo. Con Barranquilla como uno de los polos industriales y logísticos del país, se esperaría un comportamiento destacable en términos de productividad. Sin embargo, la realidad revela una serie de desafíos estructurales que merecen ser abordados desde una mirada crítica, académica y propositiva.

De acuerdo con el DANE (2023), aunque el Atlántico ha tenido una mejora en indicadores de crecimiento empresarial y empleo, su productividad laboral sigue por debajo del promedio nacional. Esta brecha no solo se refleja en los ingresos, sino también en la baja adopción tecnológica, los altos niveles de informalidad, la limitada inversión en investigación y desarrollo, y la falta de procesos estandarizados en muchas pequeñas y medianas empresas (MIPYMES), que conforman más del 95% del tejido empresarial de la región.

Pero hablar de productividad no es solo hablar de números. Es hablar de capacidades, cultura organizacional, procesos de formación y alianzas efectivas entre actores del ecosistema regional. Por eso, la pregunta no debería ser únicamente “¿cómo mejoramos la productividad?”, sino “¿qué condiciones debemos transformar para que el aumento en la productividad sea sostenible, inclusivo y con impacto real en el desarrollo local?”

Aquí es donde la ingeniería industrial cobra un protagonismo especial. Este campo no solo proporciona herramientas para medir y mejorar procesos, sino que también forma profesionales con una visión sistémica del funcionamiento organizacional. Desde la universidad, se puede formar talento humano que entienda la complejidad de los sistemas productivos, que conozca las barreras que enfrentan las empresas locales y que proponga soluciones pertinentes, adaptadas y sostenibles.

En este contexto, la Universidad de la Costa ha venido impulsando proyectos que conectan la formación académica con las necesidades del entorno productivo. A través de prácticas empresariales, consultorías académicas, trabajo de aula con datos reales y ejercicios de innovación abierta, se ha fortalecido el vínculo entre estudiantes, docentes y actores del ecosistema empresarial. Esta estrategia permite que la universidad no sea solo un espacio de formación, sino también un agente activo en el desarrollo de soluciones productivas para la región.

Formar ingenieros industriales en el Caribe colombiano no puede limitarse a replicar modelos diseñados para contextos muy distintos. Se requiere una adaptación curricular que incluya los retos específicos de la región: informalidad, brechas digitales, debilidad en cadenas de valor, necesidades logísticas y contextos laborales precarios. También se necesita una pedagogía más activa, que propicie el análisis de casos reales, el diseño de propuestas aplicadas y el diálogo con actores externos.

Por ejemplo, trabajar con MIPYMES del sector textil, gastronómico o de servicios en Barranquilla y su área metropolitana puede permitir que los estudiantes analicen sus procesos, identifiquen cuellos de botella, planteen indicadores de desempeño, diseñen sistemas de mejora y propongan estrategias de transformación digital. Esta interacción no solo aporta a la formación del estudiante, sino que representa un beneficio tangible para las organizaciones participantes.

Además, es clave reconocer que la productividad no se logra con fórmulas únicas. Requiere un enfoque integral: formación de talento humano, infraestructura adecuada, cultura de calidad, fortalecimiento institucional y visión a largo plazo. La ingeniería industrial, con su enfoque transversal y sistémico, tiene el potencial de aportar a cada uno de estos componentes.

En síntesis, los desafíos de productividad en el Caribe colombiano no se resolverán únicamente con políticas públicas o intervenciones empresariales aisladas. Se necesita una alianza real entre universidad, empresa y Estado. Y se necesita, sobre todo, una nueva generación de profesionales con la capacidad de analizar, proponer y liderar procesos de cambio. Formar a esos profesionales es una tarea que comienza en el aula, pero que debe tener siempre los ojos puestos en el entorno.

Autora: Nileth Acuña Jiménez

Bibliografía

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