Forjando maestros del futuro: más allá de una teoría.
Mg. Rober de Jesús Miranda Acosta
Universidad de la Costa
La educación secundaria en Colombia enfrenta el desafío de formar estudiantes preparados para un mundo en constante cambio. En su libro Maestría, Robert Greene describe tres etapas esenciales para un nivel superior llamado: MAESTRÍA. Este nivel se caracteriza por un mayor dominio de la realidad, de los demás y del individuo mismo. Estas fases son:
- Aprendizaje del oficio.
- La fase creativa-activa.
- La maestría.
Estas etapas, integradas en los currículos de bachillerato, no solo pueden transformar la experiencia educativa, sino también capacitar a los jóvenes para enfrentar la vida con confianza y habilidades prácticas.
En la primera fase, el aprendizaje del oficio, se pretende desarrollar una base sólida en habilidades y conocimientos fundamentales sobre ese campo que se desconoce ya sea Matemáticas, Redacción por mencionar algunas. Esto puede implementarse a través de proyectos interdisciplinarios, como vincular la historia con el análisis de contextos sociales actuales o usar problemas matemáticos para modelar situaciones reales, como la distribución de recursos en una comunidad. Igualmente, los clubes académicos, como círculos de lectura o talleres de investigación científica, también permiten a los estudiantes profundizar en áreas de su interés, mientras desarrollan autonomía y pensamiento crítico.
En la fase creativa-activa, la práctica constante ha permitido una mayor comprensión de la asignatura, se empieza a ver la lógica y las dinámicas propias de dicha actividad o conocimiento. En esta fase se pueden desarrollar actividades donde los estudiantes implementen su conocimiento para analizar situaciones de su contextos locales y globales. Aquí, los docentes pueden implementar portafolios de aprendizaje, donde los jóvenes documenten su progreso y reflexionen sobre sus logros y áreas a mejorar. También pueden organizar debates semanales, ejercicios de escritura creativa o desafíos de programación, permitiendo que ellos perfeccionen habilidades específicas con la guía directa del docente.
Finalmente, en la fase Maestría, el grado de conocimiento, experiencia y concentración es mayor. En este nivel, la persona analiza el contexto con toda claridad, lo que permite la creatividad activa. Es decir, los estudiantes aplican lo aprendido para innovar y crear. Actividades como la creación de aplicaciones móviles para resolver problemas locales, proyectos de servicio comunitario donde los estudiantes diseñen soluciones prácticas, o la organización de hackatones escolares son excelentes estrategias para fomentar la innovación. Además, se pueden promover exposiciones artísticas o tecnológicas que integren diferentes disciplinas, desafiando a los estudiantes a explorar y expresar sus ideas de manera única.
En conclusión, implementar estas fases no solo eleva la calidad educativa, sino que también prepara a los jóvenes para ser líderes, innovadores y ciudadanos activos en un mundo competitivo. En esta visión, la maestría no es un destino final, sino un camino continuo que comienza en la escuela y transforma vidas.