Formación docente: una desconexión entre lo teórico y la práctica
Mg. Rober de Jesús Miranda Acosta
Docente Universidad de la Costa CUC
“La educación es la fuerza del futuro, es el instrumento más poderoso para realizar el cambio” (Morín, 1999, p. 7).
Esta frase invita al ser humano a repensar, valorar la importancia y la significancia que posee la educación en la actualidad, en esta nueva normalidad donde la incertidumbre se convierte en la constante del diario vivir. Esto hace que la educación juegue un papel relevante y deba responder a unas demandas y necesidades generadas por el contexto mismo.
Es por esto por lo que la formación docente juega un papel fundamental para afrontar los desafíos que impone cada momento de la historia, pero este proceso de formación muchas veces no está en coherencia con las necesidades propias de los sistemas económicos, sociales, culturales e históricos por mencionar solo algunos de los sistemas propuestos por UrieBrofenbrener en su teoría ecológica.
Esta situación ya se veía venir, Delors (1994) vaticinaba lo que hoy es una realidad. La deshumanización del mundo vinculada a la evolución tecnológica. Esto como consecuencia del formidable poder adquirido por los medios de comunicación masiva, ha agudizado ese temor y ese problema. Para Delors, en el siglo XXI, la deshumanización del mundo se profundizará de ahí que no solo se debe educar para vivir en una sociedad estándar, se debe brindar una formación en competencias, en actitudes y valores que permitan comprender la dinámica del mundo y comportarse como un ser responsable y justo.
Este panorama conlleva a plantear ciertos cuestionamientos sobre la formación del docente: ¿Qué está pasando?, ¿por qué se genera un corto circuito entre la práctica y la teoría?, ¿por qué no hay una coherencia entre lo enseñado y el contexto local, nacional y global? ¿Exactamente, cuáles son las competencias que se deben fomentar en la formación de docentes? ¿Cómo se evidencian estas competencias en sus prácticas docentes? Si bien es cierto que el discurso de las políticas educativas ha cambiado y apunta a formar en relación con el entorno, esto no se evidencia en el quehacer diario, ni en los resultados de los estudiantes.
Para Fernando Filgueira (2017) considera que: “en las escuelas se están enseñando contenidos relativamente quietos y no un conjunto de competencias y capacidades propias para el siglo XXI” (p.1). Pero este juicio no es nuevo, ya antes Monereo y Pozo (2014) consideraron que: “Hoy la escuela enseña contenidos del siglo XIX, con profesores del siglo XX a alumnos del siglo XXI”. Así mismo, Gardner (2005) piensa que: “la educación consta de un conjunto de prácticas muy conservadoras ejercidas también por un conjunto de instituciones de carácter también muy conservador” (p.9). Esto de por sí ya plantea un grave problema: una desconexión entre lo teórico y la realidad, una desconexión entre la práctica y la teoría en el proceso de formación docente.