Investigación Formativa: Semilleros Como Espacio De Aprendizaje Y Transformación

Cuando se habla de investigación en la universidad, muchos estudiantes la perciben como una tarea distante, reservada para unos pocos o vinculada exclusivamente a publicaciones científicas. Sin embargo, existe una forma de acercarse a la investigación desde los primeros semestres, con sentido práctico, colaborativo y profundamente formativo: los semilleros de investigación.

Un semillero es mucho más que un grupo de estudio. Es un espacio donde se aprende a investigar haciendo, preguntando, equivocándose y volviendo a intentar. Allí se forman habilidades clave para cualquier profesional: pensamiento crítico, análisis riguroso, trabajo en equipo, escritura académica, uso de fuentes confiables y comunicación efectiva. Pero, además, es una oportunidad para conectarse con problemas reales del entorno y aportar ideas para transformarlos.

En la carrera de Ingeniería Industrial, los semilleros permiten explorar temas como productividad, sostenibilidad, transformación digital, logística urbana, desarrollo regional o innovación social. A través del contacto con empresas, comunidades o instituciones públicas, los estudiantes pueden participar en diagnósticos, diseño de soluciones, validaciones o incluso publicaciones que trascienden el aula.

En la Universidad de la Costa, los semilleros han sido una estrategia fundamental para articular docencia, investigación y proyección social. Con el respaldo de grupos categorizados por Minciencias, los estudiantes participan en convocatorias internas, ferias académicas, jornadas investigativas y redes nacionales e internacionales. Más allá de los resultados, estos espacios les permiten fortalecer su perfil profesional, ampliar su visión de mundo y desarrollar una actitud investigativa permanente.

Un semillero también forma ciudadanía. Al investigar problemas del territorio, los estudiantes desarrollan empatía, compromiso social y responsabilidad ética. No se trata de investigar por investigar, sino de buscar respuestas a preguntas significativas: ¿Cómo hacer más eficiente un proceso productivo sin afectar el bienestar laboral? ¿Qué tecnologías pueden adoptarse en las MIPYMES locales para ser más sostenibles? ¿Qué modelos de negocio social son viables en el Caribe colombiano?

Además, la investigación formativa ayuda a consolidar el propósito profesional. Muchos estudiantes encuentran en estos espacios el sentido de lo que están estudiando. Otros descubren vocaciones inesperadas: hacia la docencia, la consultoría, la innovación o la investigación aplicada. En un entorno educativo que apuesta por la integralidad, los semilleros permiten que el aprendizaje cobre vida.

Por supuesto, estos procesos requieren acompañamiento. Un semillero activo necesita un docente comprometido, un equipo motivado, recursos básicos y articulación institucional. También requiere tiempos académicos adecuados, reconocimiento en los planes de estudio y una cultura que valore el pensamiento crítico y la curiosidad como motores del conocimiento.

Fortalecer la investigación desde la base es una apuesta por una educación superior más pertinente, crítica y transformadora. Porque cuando los estudiantes se reconocen como investigadores, también se reconocen como actores del cambio.

Autora: Nileth Acuña Jiménez

Bibliografía

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