¿La Adultez Del Futuro Será Acrítica?

El ser humano se distingue dentro de la naturaleza por múltiples competencias singulares que lo hacen único en el mundo animal. Entre ellas, una de las más notables es la capacidad de desarrollar herramientas y tecnologías. Si bien otras especies también utilizan instrumentos en su vida cotidiana, en los humanos este proceso ha evolucionado desde lo más rudimentario hasta alcanzar límites tecnológicos que superan con creces las antiguas herramientas de piedra o madera (Leakey, 1996).

Este avance ha sido posible gracias a miles de años de evolución y, sobre todo, al perfeccionamiento de los procesos de aprendizaje, los cuales han resultado fundamentales para preservar y mejorar la vida (Tomasello, 2019). El cerebro, como matriz de los procesos cognitivos, se ha consolidado como una máquina para anticipar y resolver problemas. Este órgano no solo ha permitido la creación de herramientas beneficiosas para la supervivencia, sino también de aquellas que pueden resultar letales (Changeux, 2004).

El cerebro humano, que ha tardado millones de años en alcanzar su nivel actual de desarrollo, requiere no solo de condiciones biológicas básicas, sino también de estímulos y desafíos propios de cada etapa del ciclo vital, los cuales desbloquean nuevas capacidades y niveles de dominio (Piaget, 1972). Hace apenas unas décadas, ciertos logros tecnológicos parecían distantes; hoy, sin embargo, forman parte de la cotidianidad. La inteligencia artificial (IA) es un claro ejemplo: ha colonizado prácticamente todos los ámbitos disciplinares y está permeando los procesos de aprendizaje (Area & Pessoa, 2018).

Sin embargo, este fenómeno plantea un riesgo. Muchos estudiantes que acceden a la IA procesan la información sin el análisis crítico que debería sostener el aprendizaje. Tal situación podría compararse con un niño que, al no masticar adecuadamente los alimentos, desarrolla problemas a largo plazo. El consumo acrítico de información puede alterar las dinámicas de la relación entre los seres humanos y el conocimiento, interrumpiendo la formación de habilidades fundamentales para desenvolverse en un mundo con o sin máquinas (Salinas, 2020).

No se trata de sancionar el uso de la IA, sino de plantear una mirada crítica sobre su implementación en el ámbito académico. Es imprescindible diseñar estrategias pedagógicas que guíen su utilización según el nivel educativo. Negar o prohibir el acceso a estas tecnologías sería, en cierto sentido, ir en contra de la propia naturaleza humana, caracterizada por la creación constante de instrumentos y saberes (Morin, 2001). No obstante, es necesario repensar el aprendizaje en la era de la IA, considerando los efectos profundos que una dependencia excesiva podría generar en las nuevas generaciones. De lo contrario, la adultez del futuro podría enfrentar una crisis derivada de una extrema dependencia tecnológica, con escasas destrezas cognitivas formales y una limitada capacidad crítica frente a la vida (Carr, 2011).

Referencias

 Area, M., & Pessoa, T. (2018). De lo sólido a lo líquido: Las nuevas alfabetizaciones ante los cambios culturales de la Web 2.0. Comunicar, 26(54), 13–22. https://doi.org/10.3916/C54-2018-02

Carr, N. (2011). Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Taurus.

Changeux, J. P. (2004). El hombre neuronal. Espasa Calpe.

Leakey, R. (1996). La evolución de la vida. Crítica.

Morin, E. (2001). Los siete saberes necesarios para la educación del futuro. UNESCO.

Piaget, J. (1972). La psicología de la inteligencia. Editorial Crítica.

Salinas, J. (2020). Innovación docente y uso de las TIC en la enseñanza universitaria. RIED. Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 23(2), 13–30. https://doi.org/10.5944/ried.23.2.26536

Tomasello, M. (2019). Historia natural del pensamiento humano. Paidós.

Autor:
Brayan B. Calabria P.   Profesor Departamento de Humanidades. 

Mgtr. Sonnyer Martínez Moreno – Profesor Universidad De La Costa, CUC

 

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