La comunicación en la era digital: Diálogo, redes sociales y la inteligencia artificial en la educación
La comunicación ha sido, desde siempre, el eje central de los procesos educativos y formativos. Sin embargo, en la actualidad, las transformaciones que las redes sociales y la inteligencia artificial (IA) han traído a nuestras interacciones y prácticas pedagógicas plantean desafíos que requieren un análisis profundo. En este contexto, las teorías de pensadores como Jürgen Habermas, Yuval Noah Harari, Michel Foucault, Byung-Chul Han, Noam Chomsky, Daniel Cassany y Jacques Derrida ofrecen claves esenciales para comprender la complejidad del panorama actual. Sin que ello quiera decir que se agota con los mismos, por el contrario, son exponentes para abrir la controversia.
Veamos las inferencias que podrían extraerse de Habermas y la acción comunicativa en un mundo digitalizado.
Habermas, en su teoría de la acción comunicativa, concibe la comunicación como un proceso orientado al entendimiento mutuo, en el que los participantes buscan alcanzar acuerdos mediante el uso del lenguaje. Sin embargo, en la era de las redes sociales y la inteligencia artificial, esta visión parece enfrentarse a una nueva realidad. Las plataformas digitales no solo amplifican las posibilidades de interacción, sino que también mediatizan el diálogo mediante algoritmos diseñados para priorizar el contenido más atractivo o rentable, lo cual distorsiona el ideal habermasiano de consenso racional.
En el contexto educativo, este fenómeno plantea interrogantes sobre cómo las redes sociales afectan la interacción entre estudiantes y docentes. Mientras que las plataformas permiten un acceso instantáneo a la información y la posibilidad de un diálogo global, también tienden a fragmentar la atención y promover la comunicación superficial. Habermas podría señalar que la educación debe reforzar el desarrollo de competencias comunicativas críticas que permitan a los estudiantes discernir entre la información auténtica y la manipulada por algoritmos, fomentando un uso más consciente de estas herramientas.
Entre tanto, Yuval Noah Harari advierte en sus obras sobre el impacto de la inteligencia artificial en nuestras sociedades, particularmente en la educación. Según Harari, la IA no solo está transformando los procesos de aprendizaje, sino que también está redibujando el papel de los docentes y los estudiantes. Los algoritmos de aprendizaje automático ya no son simples herramientas, sino agentes capaces de personalizar la enseñanza según las necesidades individuales de los alumnos. Sin embargo, Harari nos invita a reflexionar: ¿qué ocurre cuando estas herramientas comienzan a reemplazar las capacidades humanas en lugar de potenciarlas?
En un sistema educativo cada vez más subordinado a la IA, existe el riesgo de que los estudiantes pierdan la capacidad de reflexionar críticamente, delegando el pensamiento a las máquinas. La educación, en este sentido, debe priorizar no solo el acceso a las tecnologías, sino también el desarrollo de habilidades éticas y filosóficas que permitan a los individuos mantener su autonomía frente a sistemas que, aunque eficientes, no están diseñados para comprender las complejidades humanas.
Otro pensador del cual se puede extraer una categoría fundante el educación es Foucault y con este, el poder en las relaciones educativas.
Michel Foucault, con su análisis del poder y el saber, proporciona un marco esencial para entender cómo las redes sociales y la inteligencia artificial reconfiguran las relaciones educativas. Según Foucault, el poder no solo opera de manera vertical, sino que se infiltra en las prácticas cotidianas, moldeando los comportamientos y discursos. En el caso de las plataformas digitales, los algoritmos actúan como nuevos dispositivos de poder, determinando qué contenido es visible y qué conocimientos son privilegiados.
En los centros educativos, este poder algorítmico puede manifestarse en la forma en que los estudiantes acceden a la información y son evaluados. Por ejemplo, las plataformas de aprendizaje que utilizan IA para monitorizar el progreso de los alumnos también recopilan grandes cantidades de datos, los cuales pueden ser utilizados para categorizar y predecir el rendimiento. Esta dinámica plantea cuestiones éticas sobre la privacidad y el control, además de desafiar la autonomía de los estudiantes. Foucault nos invita a cuestionar quién controla estos sistemas y con qué fines, abriendo un espacio para repensar las prácticas educativas en un entorno cada vez más digitalizado.
Byung-Chul Han, con su concepto de la «sociedad de la transparencia», analiza cómo la digitalización ha convertido nuestras vidas en un escaparate constante. Según Han, las redes sociales fomentan una exposición excesiva de la vida privada, transformando las relaciones humanas en meros espectáculos. En el ámbito educativo, esta tendencia puede observarse en la forma en que los estudiantes y docentes interactúan a través de plataformas digitales, donde la identidad y el rendimiento son constantemente visibles y evaluables.
Para Han, esta hipertransparencia puede generar una presión psicológica y un agotamiento emocional, especialmente en los estudiantes, quienes se ven obligados a mantener una imagen idealizada en todo momento. La educación, en este sentido, debe promover un espacio donde se valore la introspección y el pensamiento crítico por encima de la apariencia externa. Además, es crucial enseñar a los jóvenes a navegar por estas dinámicas digitales de manera saludable, cuestionando las estructuras de poder que subyacen en las redes sociales.
Noam Chomsky, con su teoría del lenguaje y su crítica al poder, nos ofrece herramientas para analizar cómo la inteligencia artificial está transformando nuestras interacciones comunicativas. Para Chomsky, el lenguaje es una capacidad innata que nos permite expresar ideas complejas y generar significados. Sin embargo, en un mundo dominado por las tecnologías digitales, esta capacidad está siendo moldeada por las máquinas, que no entienden el lenguaje como un fenómeno humano, sino como un conjunto de datos procesables.
En los centros educativos, esta influencia se hace evidente en el uso de herramientas como los correctores automáticos y los traductores digitales, que aunque útiles, pueden limitar el desarrollo de habilidades lingüísticas profundas. Chomsky probablemente insistiría en la importancia de preservar la riqueza y la creatividad del lenguaje humano frente a una inteligencia artificial que tiende a la simplificación y la estandarización.
Daniel Cassany, con su enfoque en las literacidades múltiples, destaca la necesidad de adaptar la educación a los nuevos contextos comunicativos. En un mundo donde las redes sociales y la inteligencia artificial son omnipresentes, los estudiantes deben desarrollar no solo habilidades de lectura y escritura tradicionales, sino también competencias digitales que les permitan interpretar y producir contenido en diversos formatos.
Para Cassany, esto implica enseñar a los estudiantes a analizar críticamente la información que consumen en las plataformas digitales, identificar sesgos algorítmicos y participar activamente en la creación de conocimientos. La educación, en este sentido, debe ser un espacio donde se fomente la experimentación y el aprendizaje colaborativo, preparando a los estudiantes para enfrentar los desafíos de un mundo interconectado.
Otro crítico no menos importante es Derrida y la deconstrucción de las estructuras educativas.
Jacques Derrida, con su concepto de deconstrucción, nos invita a cuestionar las estructuras y supuestos que subyacen en el sistema educativo actual. Según Derrida, las instituciones educativas a menudo reproducen jerarquías y desigualdades, las cuales se ven exacerbadas por la introducción de tecnologías digitales y la inteligencia artificial.
Bajo esta premisa, la deconstrucción podría aplicarse para repensar cómo las herramientas digitales son utilizadas en la educación. Derrida probablemente argumentaría que es necesario desmantelar las narrativas que presentan a la IA como una solución neutral y objetiva, exponiendo los intereses económicos y políticos que influyen en su desarrollo. Solo a través de este análisis crítico es posible imaginar un sistema educativo más inclusivo y equitativo.
Autores
Ana Maria Miranda Tapias. Coordinadora de formación Integral, vinculada a la Institución Educativa Departamental Rural de Cantagallar (Piñón- Magdalena)
Reinaldo Rico Ballesteros. Docente tiempo completo Universidad de la Costa. Adscrito al Departamento de Humanidades (Barranquilla). Docente Institución Educativa Oficial Ondas del Caribe. (Santa Marta) Adscrito al área de Ciencias Sociales (Historia, filosofía, economía y política)
Referencias.
Cassany, D. (1999). Construir la escritura: Teoría, práctica y modelos de análisis. Barcelona: Paidós.
Chomsky, N. (1986). Knowledge of Language: Its Nature, Origin, and Use. New York: Praeger.
Derrida, J. (1976). Of Grammatology (G. C. Spivak, Trans.). Baltimore: Johns Hopkins University Press. (Original work published 1967).
Foucault, M. (1975). Discipline and Punish: The Birth of the Prison (A. Sheridan, Trans.). New York: Vintage Books. (Original work published 1975).
Habermas, J. (1984). The Theory of Communicative Action: Reason and the Rationalization of Society (T. McCarthy, Trans., Vol. 1). Boston: Beacon Press. (Original work published 1981).
Han, B.-C. (2015). La sociedad de la transparencia (R. Sánchez Rodríguez, Trans.). Barcelona: Herder Editorial. (Original work published 2012).
Harari, Y. N. (2018). 21 Lessons for the 21st Century. London: Jonathan Cape.
Harari, Y. N. (2015). Homo Deus: A Brief History of Tomorrow. New York: HarperCollins.
