La deshumanización de la educación en la era digital
La digitalización de la educación ha traído consigo avances significativos, como el acceso a recursos ilimitados, la personalización del aprendizaje y la posibilidad de conectar con expertos de todo el mundo. Sin embargo, también ha generado preocupaciones sobre la posible deshumanización de los procesos educativos. Como advierte Turkle (2021), el uso excesivo de la tecnología puede erosionar las relaciones humanas, reduciendo la educación a una mera transmisión de información.
Uno de los riesgos más evidentes es la pérdida de la interacción cara a cara entre docentes y estudiantes. La comunicación no verbal, el acompañamiento emocional y la construcción de vínculos son elementos clave para un aprendizaje significativo, y estos aspectos pueden verse afectados en entornos completamente virtuales. Además, la dependencia de algoritmos y plataformas digitales puede llevar a una estandarización excesiva del aprendizaje, ignorando las necesidades individuales y los contextos culturales de los estudiantes. Como señala Biesta (2022), la educación no debe reducirse a un proceso técnico, sino que debe ser un espacio para el diálogo y la construcción de significado.
Para evitar la deshumanización de la educación, es fundamental que las tecnologías se utilicen como herramientas complementarias y no como sustitutos de la labor docente. Como propone Selwyn (2023), la tecnología debe estar al servicio de la pedagogía, no al revés. Esto implica diseñar experiencias educativas que fomenten la colaboración, la reflexión crítica y el desarrollo emocional, sin perder de vista el componente humano que define a la educación. Además, autores como Noddings (2022) enfatizan la importancia de una educación basada en el cuidado y la empatía, valores que no pueden ser reemplazados por máquinas.
Un estudio reciente de Williamson et al. (2023) advierte sobre los riesgos de la «dataficación» de la educación, donde los estudiantes son reducidos a puntos de datos en algoritmos. Esto no solo limita la comprensión holística del aprendizaje, sino que también puede perpetuar desigualdades y sesgos. Por otro lado, la UNESCO (2023) ha subrayado la necesidad de una «ética digital» en la educación, que garantice que el uso de la tecnología esté alineado con los derechos humanos y los valores democráticos. Finalmente, autores como Floridi (2022) proponen un enfoque filosófico para integrar la tecnología en la educación, donde se priorice el bienestar humano y la sostenibilidad.
La era digital ofrece oportunidades sin precedentes para la educación, pero también plantea desafíos éticos y pedagógicos. Para evitar la deshumanización, es esencial que la tecnología se integre de manera responsable, priorizando siempre el bienestar y el desarrollo integral de los estudiantes.
Mgtr. Sonnyer Martínez Moreno – Docente Universidad De La Costa, CUC.
Referencias:
- Turkle, S. (2021). Reclaiming Conversation: The Power of Talk in a Digital Age. Penguin Press.
- Biesta, G. (2022). Beautiful Risk of Education. Routledge.
- Selwyn, N. (2023). Is Technology Good for Education? Polity Press.
- Noddings, N. (2022). Caring: A Relational Approach to Ethics and Moral Education. University of California Press.
- Williamson, B., Eynon, R., & Potter, J. (2023). The Datafication of Education: Ethical and Social Implications. Learning, Media and Technology.
- UNESCO. (2023). Ethics of Artificial Intelligence in Education. Ediciones UNESCO.
- Floridi, L. (2022). The Ethics of Artificial Intelligence in Education: A Philosophical Approach. Oxford University Press.
