La Relación entre la Neuroeducación y el Aprendizaje Significativo en la Escuela
En los últimos años, la neuroeducación ha ido ganando relevancia como una disciplina que une los avances de la neurociencia con las prácticas pedagógicas, creando una nueva forma de entender cómo aprenden los estudiantes y cómo los docentes pueden facilitar ese aprendizaje. Este enfoque ha cambiado la manera en que se aborda la enseñanza en las aulas, promoviendo la comprensión de los procesos cerebrales que participan en el aprendizaje y su vínculo con la motivación, la atención y la memoria. En este marco, el aprendizaje significativo se convierte en un aspecto fundamental, ya que la neuroeducación sostiene que solo se aprende de verdad aquello que tiene un valor emocional o cognitivo para el estudiante. A continuación, examinaremos la relación entre la neuroeducación y el aprendizaje significativo en el entorno escolar, apoyándonos en estudios recientes.
La neuroeducación actúa como un vínculo entre la neurociencia y la pedagogía. Se fundamenta en la idea de que entender los procesos cerebrales puede mejorar la forma en que enseñamos y aprendemos. Francisco Mora Teruel (2014), uno de los pioneros en este ámbito, afirma que «sólo se puede aprender aquello que se ama». Esto implica que la conexión emocional y el interés son elementos clave para que el aprendizaje se produzca, ya que las emociones activan áreas del cerebro que ayudan en la retención y comprensión de la información.
La conexión entre emoción y aprendizaje ha sido respaldada por numerosos estudios, y Mora Teruel (2014) destaca que un aprendizaje impulsado por el interés personal del estudiante resulta en una mayor activación del hipocampo, una estructura fundamental para la memoria. Por esta razón, los educadores deben crear experiencias de aprendizaje que no solo impartan conocimientos, sino que también establezcan un vínculo emocional con los estudiantes.
El aprendizaje significativo, propuesto por David Ausubel, se refiere a un proceso en el que los estudiantes asimilan nueva información al vincularla con sus conocimientos previos. Este tipo de aprendizaje se diferencia del aprendizaje mecánico, que se centra en la memorización sin una comprensión profunda. En el entorno escolar, el aprendizaje significativo es esencial, ya que facilita que los estudiantes retengan los conocimientos de manera duradera y los apliquen en nuevas situaciones.
La neuroeducación apoya el aprendizaje significativo, destacando que el cerebro humano retiene mejor la información nueva cuando esta tiene sentido y es relevante para la persona. Fuentevilla Martínez (2024), en su investigación sobre neuroeducación en el ámbito de las matemáticas, indica que al combinar el pensamiento complejo con estrategias neuroeducativas, los estudiantes logran un aprendizaje más profundo y duradero. Al presentar las matemáticas desde un enfoque que relaciona los contenidos con situaciones cotidianas, los estudiantes encuentran un significado en lo que aprenden, lo que se traduce en mejores resultados.
Uno de los mayores aportes de la neuroeducación es entender cómo la motivación influye en el aprendizaje. Según Álvarez Contreras et al. (2024), la motivación es fundamental para potenciar la atención y la memoria, que son procesos esenciales en la lectoescritura. La neuroeducación indica que cuando un estudiante se siente motivado, su cerebro libera dopamina, un neurotransmisor que ayuda a formar nuevas conexiones neuronales y mejora la retención de información.
Este hallazgo tiene importantes repercusiones para el diseño pedagógico. En lugar de centrarse en la repetición mecánica o la memorización, los educadores pueden adoptar estrategias que estimulen el interés y la curiosidad de los estudiantes. Actividades interactivas, el uso de tecnologías digitales y la resolución de problemas reales son algunas de las estrategias que, de acuerdo con la neuroeducación, pueden potenciar la motivación intrínseca del estudiante y, en consecuencia, mejorar su rendimiento académico.
La neuroeducación también fomenta una perspectiva del aprendizaje en la que los estudiantes son co-responsables de su propio desarrollo cognitivo. Esto implica que, además de recibir información de sus profesores, los estudiantes deben involucrarse activamente en su proceso de aprendizaje, reflexionando sobre lo que aprenden y cómo lo aplican. Meneses Granados (2019), en su análisis de la obra de Francisco Mora Teruel, subraya que la neuroeducación no se limita a enseñar contenidos, sino que se centra en enseñar a los estudiantes cómo aprender, potenciando su capacidad de autogestión y autorregulación.
Este enfoque promueve un cambio de paradigma en la educación, donde los estudiantes no solo reciben información, sino que se convierten en protagonistas de su propio aprendizaje. La corresponsabilidad impulsa habilidades como el pensamiento crítico, la autonomía y la creatividad, que son cruciales en el mundo actual.
La incorporación de la neuroeducación en el ámbito escolar trae consigo tanto retos como posibilidades. Por un lado, es fundamental que los docentes reciban capacitación en neurociencia para implementar adecuadamente estos conceptos en sus clases. Por otro lado, la neuroeducación brinda la oportunidad de convertir los entornos educativos en lugares más inclusivos y eficaces, donde todos los estudiantes, sin importar sus habilidades, puedan aprender de forma significativa.
Alonso (2014) destaca que la neuroeducación puede ser una herramienta muy efectiva para enfrentar el fracaso escolar y mejorar los resultados académicos. No obstante, señala que su aplicación debe hacerse con precaución, ya que es fundamental adoptar un enfoque equilibrado que integre la investigación científica con las prácticas pedagógicas adecuadas al contexto de cada institución educativa.
La neuroeducación y el aprendizaje significativo están íntimamente relacionados. Al entender los procesos cerebrales y al diseñar experiencias de aprendizaje que sean relevantes y motivadoras, los educadores pueden transformar la enseñanza en un proceso más efectivo y adaptado a las necesidades de los estudiantes del siglo XXI. La neuroeducación no solo proporciona una base científica sobre cómo aprendemos, sino que también ofrece un enfoque práctico para mejorar la calidad educativa en las escuelas. Al implementar un enfoque neuroeducativo, los docentes pueden facilitar un aprendizaje más significativo, duradero y corresponsable para sus estudiantes.
Referencias
Álvarez Contreras, K. L., Amador Campos, G., González, M. D. R., & Hernández Palacios, L. J. (2024). El enfoque de la neuroeducación: motivar para potenciar la atención y memoria en el aprendizaje de lectoescritura. Revista Holón, 1(2), 68-83.
Alonso, T. O. (2014). Mora, M.(2013). Neuroeducación. Madrid: Alianza Editorial. RELAdEI. Revista Latinoamericana de Educación Infantil, 3(2), 259-262.
Fuentevilla Martínez, I. E. (2024). Neuroeducación y aprendizaje significativo en el área de matemáticas: una experiencia desde el pensamiento complejo. Revista Holón, 1(2), 25-40.
Meneses Granados, N. (2019). Neuroeducación. Sólo se puede aprender aquello que se ama, de Francisco Mora Teruel. Perfiles educativos, 41(165), 210-216.
Mora Teruel, F. (2014). Neuroeducación. Madrid: Alianza Editorial.
Ana Maria Miranda Tapias. Coordinadora de formación Integral, vinculada a la Institución Educativa Departamental Rural de Cantagallar (Piñón- Magdalena)
Reinaldo Rico Ballesteros. Docente tiempo completo Universidad de la Costa. Adscrito al Departamento de Humanidades (Barranquilla). Docente Institución Educativa Oficial Ondas del Caribe. (Santa Marta) Adscrito al área de Ciencias Sociales (Historia, filosofía, economía y política)
