La socialización
Jader Igirio Tesillo
Profesor Universidad de la Costa
“Un individuo no nace miembro de una sociedad, nace con una predisposición hacia la socialidad, y luego llega a ser miembro de una sociedad” (Berger y Luckmann 2003, 162). Por eso, a lo largo de su vida el individuo es inducido a participar en la sociedad, la cual se entiende en términos de un continuo proceso dialéctico compuesto de tres momentos: externalización, objetivación e internalización. En esa última parte de la dialéctica el individuo hace la aprehensión o interpretación inmediata de un acontecimiento objetivo en cuanto expresa significado, es decir, en cuanto es una manifestación de los procesos subjetivos de otro que, en consecuencia, se vuelven significativos para él.
Mediante la internalización el mundo social es asumido e interiorizado por el individuo, de tal manera que llega a determinar las estructuras de su propia conciencia. Solamente cuando el individuo ha llegado a este grado de internalización se le puede considerar miembro de la sociedad. El proceso ontogenético por el cual esto se realiza se denomina socialización, y puede definirse como la inducción amplia y coherente de un individuo en el mundo objetivo de una sociedad o en un sector de él. (Berger y Luckmann 2003).
Existen dos tipos de socialización a lo largo de la vida de un individuo, la socialización primaria por la que él atraviesa en la niñez; por medio de ella se convierte en miembro de la sociedad (principalmente la familia); la socialización secundaria, esto es, cualquier proceso posterior que induce al individuo ya socializado a nuevos sectores del mundo objetivo de su sociedad (la escuela, el trabajo, la religión, etc.). De esta manera todo individuo nace dentro de una estructura social objetiva en la cual encuentra a los otros significantes que están encargados de su socialización y que le son impuestos. Las definiciones que los otros significantes hacen de la situación del individuo le son presentadas a éste como realidad objetiva. De este modo, él nace no sólo dentro de una estructura social objetiva, sino también dentro de un mundo social objetivo. Los otros significantes, que mediatizan el mundo para él, lo modifican en el curso de esa mediatización. Seleccionan aspectos del mundo según la situación que ocupan dentro de la estructura social y también en virtud de sus idiosincrasias individuales, biográficamente arraigadas (Berger y Luckmann 2003).
Por eso, teniendo en cuenta que la identidad del individuo se perfila dentro de una realidad objetiva, pero aunque es percibida dentro de una realidad objetiva como algo externo, es en realidad un producto humano y surge de la relación dialéctica entre individuo y sociedad (Berger y Luckmann 2003). Porque la realización de la persona consiste en alcanzar continuamente ese algo más que, sumado a lo que ya se posee, permite dar un paso adelante en el propio camino existencial. Pero esa realización no se efectúa en soledad, porque el ser humano tiene una estructura dialógica e interpersonal que se expresa en las múltiples relaciones con los otros; de esta manera esa realización solo se podrá objetivar en el individuo si es alguien con un proyecto de vida definido en el que tiene claro sus objetivos y los recursos que requiere para realizarlo.
Referencias
Berger, P. y T, Luckmann. (2003). La construcción social de la realidad. Argentina: Amorrortu Editores.